jueves, 19 de julio de 2012

Carl Maria von Weber

Carl Maria von Weber

Perteneciente al periodo romántico, Weber fue un destacado músico alemán cuyas composiciones han pasado a formar parte fundamental del repertorio clarinetístico. Entre sus composiciones cobran especial importancia las operísticas, debido a su predilección por este género. El gusto que a la ópera profesa se deja traslucir al resto de ámbitos musicales, incluidos los conciertos y piezas de cámara para clarinete. 

Nace el 18 de noviembre de 1786, en un ambiente familiar que estaba ligado a lo musical hasta tal punto que sus padres y primas se dedicaban a dicha ocupación. Esto estimuló probablemente el talento natural que Weber tenía para la música, ya que fue un niño prodigio, como demuestra el hecho de que realizase sus primeras composiciones a los 12 años de edad. Alumno de Michael Haydn en Salzburgo y del abate Vogler en Viena, rápidamente destacó en múltiples campos como son la interpretación al piano, la composición o la dirección, disciplina ésta de la que llegó a ser un consumado especialista, ocupando desde 1816 hasta su muerte el cargo de director musical de la Ópera de Dresde.

Como ya habíamos mencionado, Weber se sintió atraído especialmente por la creación operística, en la que cosecharía sus mayores triunfos, hasta el punto de que su aportación en este terreno ha eclipsado sus valiosas incursiones en otros géneros. En 1802 había compuesto ya tres óperas. En 1810 vio la luz Silvana, un ambicioso trabajo en el que se anunciaban las características que definirían El cazador furtivo, la obra que le valió ser considerado el padre de la ópera nacional alemana. Por esta razón, ésta es una de sus composiciones más destacadas e influyentes, tenidas en cuenta por compositores de la talla de Wagner en su más temprana época. En ella se exhibe el folklore alemán y sus leyendas, basándose la trama en una de éstas. Posteriormente trabajó para la nobleza alemana, dirigió la ópera de Praga (a la que dio un nuevo impulso) y a partir de 1816 trabajó como director de la ópera de Dresde, famoso centro del repertorio italiano.

Consciente del valor de su obra, Weber siguió la senda abierta en El cazador furtivo (1821) en su siguiente trabajo escénico, Euryanthe (1826), una «gran ópera heroico-romántica», la cual no despertó un gran interés en el público aunque también tuvo un papel influyente en la música posterior. Cuando ya se aproximaba el final de sus días y su salud comenzaba a empeorar, Weber recibió el encargo desde Londres de componer una ópera en inglés, que sería su tercera gran obra escénica: Oberon (1826). Se puso a trabajar de inmediato y aprendió el idioma con tal grado de perfección, que en toda la ópera se encontró un sólo error de texto. Unos meses antes del estreno se trasladó a Londres donde su salud fue empeorando durante los ensayos. Poco después de estrenarse la ópera, que fue acogida con gran éxito, Weber murió en la casa de su anfitrión, por causa de una afección pulmonar. Su legado como compositor y la gran influencia que ejerció, convierte a Weber en uno de los compositores más importantes de su tiempo.

El amplio repertorio que Weber nos ha legado para el instrumento que nos ocupa es de obligado conocimiento para cualquier clarinetista y consta de las siguientes piezas: Concertino en Mi bemol mayor Op. 26, Concierto nº1 en fa menor Op.73, Concierto nº 2 en Mi bemol mayor Op. 74, Introducción, Tema y Variaciones Op.33 para clarinete y cuerdas, el Gran Dúo Concertante Op. 48 para clarinete y piano y el Gran Quinteto para clarinete y cuerdas Op. 34.

Fuentes
http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Maria_von_Weber
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/weber.htm

Víctor Riesgo González (5º Profesional)

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